sábado, 11 de abril de 2015

Licencia para matar


Siempre que se detiene a una célula yihadista hay un componente del perfil de los terroristas que me llama mucho la atención. Este componente se encuentra en los terroristas de las torres gemelas de Nueva York, del atentado  de Madrid, del de Londres, Boston o recientemente de los terroristas que atacan en Francia y es su relación con la religión. Generalmente son jóvenes que nunca han tenido un sentimiento religioso  importante por el islam ni por otra religión justo hasta hacerse terrorista. Es decir, se hacen religiosos y terroristas a la misma vez y de manera directa y estrechamente ligada. La mayoría de ellos no han vivido en ambientes familiares excesivamente religiosos ni han tenido una educación paternal en este sentido. Muchos suelen mostrar durante su vida una indiferencia por la religión que al menos resulta paradójica para lo que después va a suponer para ellos. Esta situación se repite en los detenidos hace unos día en Barcelona, donde 5 de ellos se habían convertido al islam sin tener previamente experiencia ni relación con esta religión y el cabecilla era además español.

¿Qué significa para estos terroristas la religión? ¿Por qué esa relación tan estrecha entre “encontrar la fe” y querer matar y morir por ella? ¿Por qué se acercan a un tipo o a una interpretación religiosa extrema y fanática?

Para la mayoría de las personas que tienen un sentimiento religioso practicante, seas cual sea la religión escogida, ésta les sirve como una guía, como una forma de vivir y de entender la vida. La religión le ofrece un sentido y una identidad.

En los terroristas todo esto que ofrece la religión se ve supeditado y condicionado por el hecho de tener que actuar violentamente contra unos enemigos. Es precisamente este elemento el que resulta crucial desde mi punto de vista. Lo que le permite y autoriza  al terrorista yihadista este tipo de interpretación del islam frente a cualquier otra religión es la “guerra”, el uso de la fuerza y la violencia. Se acercan entonces al islam para encontrar no a un dios sino  a la violencia. Es en cierta forma, su “licencia para matar”. Al igual que los hooligans se acercan al futbol para poder descargar su violencia, estas personas se acercan también a un contexto que le permita expresar su furia y agresividad.

Pero, ¿Qué hace además tan atractivo para algunas personas esta forma de asociacionismo terrorista? Siguiendo el símil de los hooligans o cualquier otro  fenómeno grupal violento como las pandillas, el individuo que se une a un grupo violento obtiene ciertas cosas que busca y que no puede conseguir de forma individual. En primer lugar, una identidad o pertenencia. Pasa de ser un individuo aislado, solitario y sin sentido a ser un miembro, una parte de algo mayor. Ya nunca volverá a estar ni a sentirse solo. En relación con esto, la pertenencia se acentúa porque además existe un enemigo. Todos los que no son del grupo se convierten en enemigos.

Otro beneficio es la seguridad, el grupo le protege y cuida, lo que le hace sentirse protegido y querido. Pertenecer al grupo le proporciona un sentido, una explicación a su vida y una meta a la que dirigirse. Aquí es donde se introduce el elemento importante y diferenciador, el uso de la violencia como medio, como instrumento para obtener los objetivos del grupo.  Obteniendo todo esto y siguiendo la pirámide de necesidades de Maslow, la persona tendría muchas necesidades humanas básicas cubiertas.

Estas personas no quieren un grupo de catequesis, el cual le podría ofrecer todo lo anterior, necesitan un grupo que le explique por qué su vida es tan mala como es, que le identifique un enemigo, un culpable de sus problemas y le permita expresarse de forma violenta.

 

Hace unos años oí a un hooligan de 18 años decir “lo que más me gusta es oír el cráneo de un tío cuando lo golpeo con mi barra de hierro”. A este joven, el deporte o su equipo de futbol realmente le trae sin cuidado, lo que realmente necesita es un contexto que le permita expresar su agresividad.

Evidentemente, el fenómeno terrorista y el yihadismo son mucho más complejos  y no sería acertado tratar de reducirlo todo a esto. Sin embargo, pienso que el enfoque religioso de este fenómeno suele estar sobrestimado en muchas ocasiones y que es necesario ampliar la visión  y la búsqueda de estrategias preventivas centrándonos en qué buscan las personas que se unen a estos grupos, en cómo se forja el odio y la sed de venganza que tratan de expresar y cómo canalizan sus frustraciones por medios violentos.

Al fin y al cabo, aunque la comparación con el fenómeno hoolingans pueda parecer desproporcionada, me gustaría saber a dónde hubieran llegado los hinchas radicales que dispararon hace unos días al autobús del fenerbahce si hubieran tenido dinero saudí para comprar algo más que una escopeta de caza o si alguno de ellos hubiera sido el conductor del autobús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario