Hoy
en día, las empresas no solo deben tener como objetivo conseguir los beneficios
económicos planteados, ampliar beneficios y reducir sus costos. Los entornos
económicos y empresariales son cambiantes e inciertos y las empresas deben
establecer estrategias de supervivencia y evolución si no quieren acabar
aplastados por los entornos de competitividad y las situaciones cambiantes del
entorno.
Para garantizar esta
supervivencia, la empresa ya no solo debe ofrecer un buen producto a un precio
competitivo y con buena atención a sus clientes, tiene que poseer una visión
global del contexto en el que opera y debe conocer cualquier cambio o situación
que pueda amenazar su supervivencia y evolución.
Esta tarea no es fácil, tener un
conocimiento completo sobre el entorno y sobre lo que ocurrirá resulta casi
imposible, lo que conlleva a la empresa a vivir en un entorno de incertidumbre
contra el que debe luchar para tratar de
que lo desconocido, lo inesperable sea lo mínimo posible. Todo a lo que la
empresa no pueda hacer frente, todo lo que le ocurra sin que haya sido
previsto, analizado y gestionado resultará un riesgo que pondrá en peligro a la
empresa. Esto puede parecer una visión catastrofista o un enfoque pesimista que
debe estar alejado de nuestra filosofía de empresa, pero nada más lejos de la
realidad. Estar prevenidos, tener capacidad de anticipación, predecir lo
inesperado y actuar antes de que surja una amenaza son valores que deben
incorporarse a nuestra filosofía de empresa como elementos estratégicos que
acompañen al éxito.
Qué
es un riesgo: El
riesgo como tal significa una exposición a la incertidumbre que la empresa debe
entender y saber gestionar para alcanzar sus objetivos, el riesgo se puede
definir como la combinación de la probabilidad de un suceso y sus
consecuencias. Definimos por tanto un riesgo en función de la posibilidad de
que un evento o situación puede ocurrir realmente y de las consecuencias o
impacto que dicho evento puede acarrear.
El riesgo es un elemento
consustancial a la propia actividad de la empresa y, aún más, en sus diferentes
manifestaciones está presente en cualquier tipo de actividad; en la mayor parte
de los casos no es posible establecer mecanismos para su completa eliminación,
por lo que se hace absolutamente imprescindible gestionarlo de forma adecuada.
El riesgo siempre parece tener un
enfoque negativo, parece que está relacionado con el peligro o con algo
catastrófico y suele ser el enfoque más utilizado en todos los contextos donde
este término se utiliza. Y aunque esto es cierto, el riesgo también puede tener
una acepción positiva si tenemos en cuenta que una determinado evento o
situación puede acarrear consecuencias favorables y positivas para el que lo
sufre. En este caso, el riesgo se convierte en oportunidad, conocer los cambios
que van a ocurrir en el entorno permiten a la empresa anticiparse estratégicamente
para obtener un beneficio.
Por tanto, podemos hablar de
riesgo como oportunidad (positivo) y como amenaza (negativo). Además, los
riesgos empresariales suelen dividirse en cuatro tipos:
·
Riesgo
estratégico: Asociado a las amenazas y oportunidades transversales a la
organización y relacionadas con las definiciones estratégicas, su filosofía de
operación e imagen, tales como: Visión, Misión, Valores, Objetivos,
Diferenciación Estratégica, entre otras.
·
Riesgo
de Mercado: Asociado al segmento de mercado, clientes y su percepción,
productos, cobertura geográfica, marca y competencia.
·
Riesgo
Financiero: Asociado a flujos de capital, deuda, activos, cambio de divisas…
·
Riesgo
Operacional: Asociado a los procesos operacionales, sus elementos y sus
resultados y tiene como objetivo principal asegurar la producción del producto
o servicio, mediante la generación de medidas preventivas a partir de la
evaluación del riesgo detectado.
Cualquier riesgo que podamos
contemplar para nuestra empresa debería poderse incluir en alguna de estas
cuatro tipologías.
Ahora bien, ahora que sabemos que
nuestra empresa está rodeada constantemente de riesgos, debemos poder hacer
algo por disminuirlos en el caso de amenazas, o incrementarlos en el caso de
oportunidades. ¿Cómo lo hacemos? Mediante la gestión de riesgos.
Qué
es gestión del riesgo: La gestión de riesgos se puede definir como el
proceso de toma de decisiones en un ambiente de incertidumbre sobre una acción
que va a suceder y sobre las consecuencias que existirán si esta acción ocurre.
Consiste en detectar oportunamente
los riesgos que pueden afectar a la empresa, para generar estrategias que
se anticipen a ellos y
lograr reducir amenazas y aumentar oportunidades.
La
gestión del riesgo supone hacer algo, no aceptar o asumir los riesgos sino
afrontarlos mediante el análisis y el establecimiento de medidas. Gestionar riesgo
supone:
·
Identificación y
clasificación del riesgo: Determinar cuáles
son las exposiciones más importantes al riesgo que tiene nuestra empresa. No va a ser posible identificar todos los
riesgo de un forma exhaustiva, pero sí podemos identificar los más importantes.
·
Análisis y cuantificación
del riesgo: Es la cuantificación de los costos asociados a
riesgos que han sido identificados. Es decir, medir las consecuencias, el
impacto de la materialización real de ese riesgo. Este costo puede ser
económico pero también de otro tipo.
·
Tratamientos de riesgos: Una vez analizado, hay tomar una decisión respecto a qué se va a
hacer con ese riesgo:
ü Evitar el riesgo, es decir, no
permitir que éste ocurra.
ü Prevenirlo y controlarlo disminuyendo las pérdidas y la gravedad de sus
consecuencias.
ü Retención del riesgo, es decir, absorber
el riesgo y cubrir las pérdidas con los propios recursos.
ü Transferir el riesgo, que consiste
en trasladar el riesgo a otros, ya sea vendiendo el activo de riesgo o comprando
una póliza de seguros.
·
Control y monitorización
del riesgo: Las decisiones se deben de evaluar y revisar
periódicamente porque los riesgos cambian, sus probabilidades de ocurrencia y
sus consecuencias pueden variar de un momento a otro, por lo que es necesario
hacer una revisión de los mismos.
El éxito de la gestión de riesgos
se basa en el desarrollo de una “Cultura
de la Prevención” en la organización. La prevención debe ser un valor
inherente a la gestión organizacional en todos los niveles. Esta “Cultura de la Prevención” se basa en
hacer entender a todos los miembros de la organización la relevancia que tiene
para el éxito de la organización el que todos sean capaces de detectar
oportunidades y amenazas y puedan participar de su gestión. La gestión del
riesgo es un trabajo en equipo de la empresa y, aunque surge de un mandato
directivo, todos sus empleados tienen un papel activo e importante.
Excusas
para no hacer Gestión del Riesgo: Siempre es posible encontrar
argumentos o declaraciones para no hacer gestión del riesgo, sin embargo esto
no son razones, son excusas. Ahí van algunas de ellas:
ü Estar pensando
en lo negativo nos aleja de nuestro verdadero objetivo.
ü Nos debemos
dedicar a vender.
ü Supone un coste.
ü No hay tiempo
suficiente, hay otras prioridades.
ü Yo tengo mucho
trabajo, eso no es asunto mío.
ü Nunca ha pasado
nada grave.
Pensar que estos son argumentos
válidos para no realizar una gestión del riesgo en nuestra empresa es un gran
error. Aunque pueda verse como una actividad no relacionada con la consecución
de los objetivos de nuestra empresa, nada más lejos de la realidad, gestionar
el riesgo supone apostar por la excelencia de la empresa, por su competitividad
y por su supervivencia.
Lo
ideal sería no afrontar riesgos pero éstos existen y mirar para otro lado no es
una respuesta útil, no es una opción que nos podamos permitir.
Beneficios
de la Gestión de Riesgos: Si atendemos a las razones que se exponen a
continuación, la gestión del riesgo no es una opción es la OPCIÓN, no es una
estrategia más, es la ESTRATEGIA, no aporta una solución sino que se convierte
en la SOLUCIÓN.
ü
Favorece
la identificación de amenazas, obstáculos y oportunidades. Sin una gestión
de riesgo la empresa va a la deriva, a “verlas venir” en un entorno cambiante,
globalizado y dinamizador.
ü
Aumenta
las posibilidades de alcanzar los objetivos. Los procesos que tengan más
seguimiento y control tienden a ser más exitosos y esto se aporta desde un
sistema de gestión integral del riesgo.
ü
Impulsa
la proactividad. Todos los empleados de la empresa se convierten en
contribuyentes del éxito mediante su participación en la gestión del riesgo. Se
incorporada una actitud más dinámica para la consecución de objetivos que es
asumida por todos los compañeros.
ü
Mejora
las labores de administración de una empresa porque su toma de decisiones
está basada en información y conocimiento, desde un enfoque de evaluación,
control y análisis.
ü
Mejora
la adaptación de la empresa al entorno social y económico al que
pertenece. Identificar los riesgos permite acercarse al contexto.
ü
Mejora
las habilidades de los trabajadores porque los introduce en una cultura del
riesgo, incrementando sus capacidades para identificar amenazas y tomar
decisiones de apoyo a objetivos.
ü
Crea
una cohesión de grupo basado en este enfoque de gestión y control.
ü
Optimiza
los recursos de la empresa porque la toma de decisiones y la asignación de
recursos está basada en una metodología analítica, objetiva y estructurada.
ü
Fomenta
la capacidad de transformación de la empresa y sus niveles de adaptación
porque está atenta a los cambios que puedan surgir.
Todo lo anterior
genera EFICACIA para la empresa, PERFECCIÓN EMPRESARIAL. ¿Quién no puede querer
esto?