lunes, 13 de julio de 2015

Un niño de ocho años

La noticia de la  fuga del "Chapo Guzman" de otra cárcel de "máxima seguridad" de esas con funcionarios muy implicados en la reinserción social me ha traído a la memoria una entrevista que oí en México el año pasado.
Un chico de 8 años había sido retenido por la marina en sus instalaciones después de haberle reventado la cabeza con una barra de hierro a un matrimonio mientras dormía. El chico había entrado de noche en el apartamento del matrimonio y, tras acabar con sus vidas a golpes, había robado algo de dinero y objetos de valor.

El chico estaba sentado con la cabeza agachada y una pose de vergüenza típica de un chaval que sabe que ha hecho algo malo y está frente a un adulto. Cuando se le preguntaba por su nombre casi no le salían las palabras de la boca y dibujaba una sonrisa vergonzosa que no lo distinguía de ningún otro niño de esa edad cuando habla con un desconocido. 
Poco a poco fue cogiendo confianza y empezó a hablar con mayor comodidad. Explicó los pormenores de su entrada en el apartamento y que su objetivo era conseguir dinero y cosas que pudiera vender posteriormente. Al preguntarle para qué necesitaba el dinero, el chaval contestó que su familia no se lo daba y tenía que robarlo. Quería comprar cosas, ya sabes- explicaba- refrescos, chuches, lo que tienen otros niños. 
 Se encogía de hombros cuando se le preguntaba por qué había tenido que golpear a la pareja. Creo que no tanto porque no supiera el por qué sino porque no entendía como le podían hacer esa pregunta tan tonta. En su barrio este tipo de sucesos ocurren frecuentemente y ocurren así. 
Nadie podría distinguir a este niño de cualquier otro de ocho años que hubiera roto un cristal con su balón. Había matado a dos persona de una forma muy violenta y había ido posteriormente a comprar una botella de tampico a una tasca pero a mi me parecía un chico totalmente normal.
Para finalizar la entrevista  y rebajar la tensión se le preguntó algo muy habitual: y tu, ¿qué quieres ser cuando seas mayor?
El chaval levantó la cabeza y con una sonrisa en las labios dijo: "yo, sicario del chapo Guzman".
La pregunta resultó ser la más acertada de todas para comprender algo de todo esto. Ojalá la respuesta hubiera sido también la típica. Lejos de ello, resultó ser también la más esclarecedora.