domingo, 27 de agosto de 2017

Jóvenes terroristas de Ripoll



Eran jóvenes adolescentes y el imán de Ripoll los buscaba precisamente así, sabía que eso le permitía llevar a cabo el proceso de radicalización de una forma más óptima. Estos son los mejores.

Como cualquier adolescente, estos chicos se encontraban en un proceso evolutivo muy importante, pasar de la adolescencia a la adultez. Esto generalmente suele ser de por sí muy complicado en condiciones normales. El adolescente debe tratar de conformar su identidad como adulto, qué es y qué va a ser, cómo se va a mostrar ante el mundo que le rodea. Es una fase de reafirmación personal en la que el joven suele acercarse a sus iguales y tiende a desafiar a la autoridad: padres, profesores…Hasta aquí algo normal en cualquier adolescente. Ahora entra el imán y empieza a trabajar la radicalización.
 

Para Hamm, un autor que ha escrito mucho sobre este tema, existen tres factores que motivan la radicalización individual: la búsqueda de sentido y de identidad, la necesidad de protección física o apoyo social y el deseo de desafiar a la autoridad o combatir algún agravio.

Estos jóvenes estaban en una lucha interior por saber quiénes eran en realidad y qué les ofrecía la sociedad en la que estaban. Posiblemente no se sentían ni musulmanes ni occidentales sino una “cosa rara”, demasiado poco musulmanes para los suyos, para sus familiares y antepasados y demasiado poco occidentales para sus profesores, para sus vecinos y amigos.

El imán, tras ganarse su confianza y, a pesar de ser adulto, mostrarse como un igual, les da algunas recetas, algunas respuestas, algunas webs para que vena realmente lo que son, para que descubran que son unos tipos agraviados por occidentes, amenazados, odiados, menospreciados y marginados. Miran videos en los que gente como ellos son aniquilados en Siria o Irak. ¿Qué vais a hacer contra esto? Luchar, combatir, vengarse.

Aquí se han dado 3 procesos: no ser nadie, identificación con el otro, asimilación del otro.

En este momento se les ofrece algo muy interesante para una joven frágil, ser “soldado de alá”. Frente a convertirse en un marginal de Ripoll, que solo podrá acceder a subvenciones, con trabajos precarios y viviendo en un barrio pobre para siempre, ahora se les ofrece la posibilidad de convertirse en “soldados”, en valientes, en héroes, en personas implicadas, con una meta y con una trascendencia. Te conocerán como a Messi o Neymar, estar en este grupo será lo más parecido a jugar en el Barça.  Si no, puedes seguir siendo un morito de Ripoll.

viernes, 11 de agosto de 2017

Asesinos en hospitales "Ángeles de la Muerte"

 
         En estos días asistimos a una noticia en la que se investiga una serie de posibles asesinatos en el Hospital de Alcalá de Henares y que se relacionan con una auxiliar de enfermería. Este tipo de sucesos es relativamente frecuente en la historia de la Criminología. Sin duda, el caso más conocido es el del británico Harold Shipman, un médico acusado de matar a más de 200 pacientes, lo que le dio el sobrenombre de “Doctor Muerte”. En España tenemos en el 2009 el caso de “el celador de Olot”, acusado de asesinar a 11 ancianos de la residencia en la que trabajaba.


         Este tipo de asesinos en serie se les denomina “Ángeles de la Muerte” y suelen ser personas que trabajan en entornos sanitarios o asistenciales, donde hay personas vulnerables que están enfermas o necesitan ayuda para sobrevivir. Es esta situación de contacto con la muerte la que explica la motivación de estos asesinos. Ellos obtienen una gran sensación de poder con sus asesinatos, se considerar poderosos porque controlan la vida y la muerte de sus víctimas. No son personas agresivas ni violentas, no usan instrumentos para generar dolor en sus asesinatos, generalmente usan drogas o medios no agresivos para acabar con la vida de sus víctimas. No las odian o sienten venganza hacia ellas. Pueden cuidar con gran cariño y realizar su trabajo con total competencia, pero siente la necesidad de jugar con este poder otorgado solo a los dioses. En sus manos está que la persona pueda seguir viviendo o muera, es una forma de tener control sobre sus vidas, superar un complejo de inferioridad y sentirse superior. Su vida transita entre ser un cuidador y ser un asesino.