Hablar de perfiles del terrorista
hoy en día no tiene sentido. El nuevo terrorismo al que no enfrentamos nada
tiene que ver con aquellas organizaciones terroristas locales o regionales en
las que sus miembros compartían contextos, aprendizajes, cultura…Hoy en día es
imposible individualizar al terrorista yihadista, no es posible analizarlo
desde el enfoque de perfilación de la psicología individual. No es posible
identificar características psicológicas, de personalidad o sociales que sean
compartidas por los terroristas al igual que hacíamos con los miembros de ETA o
el IRA. Hoy en día tenemos terroristas de distintos países, con distintas
características psicológicas, con distintos status sociales, educativos…
Frente a esta situación, el
enfoque debe cambiar. Es necesario cambiar la perfilación basada en
características por una perfilación basada en procesos, pasar de la psicología
de individualización a una psicología de procesos cognitivos y sociales que nos
ayuden a entender cómo es un terrorista. Descripción no basada en cómo es sino
en cómo funciona (porque puede ser de muchas maneras).
Para ello debemos basarnos en
cómo una persona normal desde el punto de vista clínico y sin patología
psicológica (los terroristas no la tienen), un día deciden montarse en un
camión y atropellar a todos los que pueda, meterse en una sala de fiesta y
disparar contra todo el que pueda o entrar en un centro comercial y sembrar el
terror.
Qué ocurre, qué procesos
cognitivos, personales y sociales ocurren para que esto sea posible. Intentar tener
una explicación completa es imposible como ocurre con cualquier área que
estudia el comportamiento humano y social, sin embargo, tenemos que esforzarnos
por encontrar al menos patrones de comportamiento o ciertos procesos que nos
ayuden a entender.
El terrorismo para muchas
personas hoy en día es una respuesta al igual que la muerte es a veces una
respuesta para una persona que se suicida. Las personas reaccionan y responden
a sus situaciones y a sus contextos, a veces de forma adaptativa y positiva y
otras de forma anómala o negativa. Esta es la base de la psicopatología.
Está claro que una persona que
vive en Siria o Irak y se “hace” terrorista, una persona que viene de Argelia a
Francia a mejorar su vida y se “hace” terrorista o un joven que ha nacido en
Francia y a los 18 años se “hace” terrorista deben compartir ciertos procesos
que modifique su vida hasta hacerlos un fanático terrorista que pone a disposición
su vida. El terrorista no es un loco ni un sádico ni mucho menos un psicópata
sin escrúpulos. En el terrorista hay un gran componente y sensibilidad social,
una dependencia emocional y en cierta forma un nivel de altruismo que permite
dar su vida por la causa, trascender sus necesidades personales en pro de una
lucha. Éstos procesos que pueden considerarse “positivos” ocurren en el
terrorista, pero distorsionados y manipulados de forma torticera para dar
rienda suelta al odio, al resentimiento y a la venganza que otros procesos
internos del terrorista han fraguado como respuesta a su contexto.
Desde mi punto de vista, procesos
de frustración-agresión, determinadas características de personalidad, procesos
de psicología social y la teoría del conflicto social pueden generar un modelo
de explicación más completo y profundo.
La lucha contra el terrorismo
también debe contar con estrategias sociales y no solo militares. Al igual que
ha ocurrido en otros ámbitos como la lucha contra las drogas, las estrategias
sociales de prevención, disuasión e información han mostrado ser más efectivas
que la sola lucha policial.
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